¿Puede la reforestación
redefinir nuestra forma de vivir?
Un proyecto comunitario en Argentina que no solo restaura árboles, sino también nuestra forma de relacionarnos con la tierra.

Tuvimos la oportunidad de conversar con Tobias, fundador de ReforestArg, una organización argentina que comenzó plantando árboles en el año 2017, y que hoy convoca a miles de personas que eligen involucrarse en el cuidado del planeta.
El origen de todo fue bastante menos planificado de lo que uno podría imaginar: tras dejar su trabajo, Tobias decidió viajar durante cuatro meses por la Patagonia Argentina. En ese camino, vio de cerca las consecuencias de los incendios forestales. Esa experiencia marcó un antes y un después. No solo por el impacto ambiental que presenció, sino porque allí sintió en primera persona el vínculo profundo que existe entre las personas y los ecosistemas. Como él mismo contó, el vínculo con el bosque no se dio leyendo un libro o estudiando una carrera, sino escuchando a los pobladores del lugar que vivían del bosque y sufrían su deterioro.

Hoy, esta iniciativa es mucho más que campañas ambientales: se ha convertido en un espacio donde las personas aportan su tiempo y esfuerzo para restaurar bosques, viviendo al mismo tiempo profundas transformaciones personales.
"Al principio mi objetivo era plantar árboles, pero estaba corriendo una muy dificil carrera contra la deforestación. Imaginate correr contra Usain Bolt; la frustración que sentís es inmensa. Hoy entendimos que el objetivo no es ganar esa carrera, sino transformar a las personas mientras plantan árboles."
Desde Background creemos que esta perspectiva cambia radicalmente la forma en que entendemos el activismo ambiental. Tobias nos dejó en claro desde el principio que plantar árboles es fundamental, pero la verdadera transformación sucede dentro de las personas que participan. Cada voluntario vuelve a su casa no solo con la experiencia de haber plantado un árbol, sino con una nueva forma de relacionarse con el planeta.
"Si la persona que planta un árbol logra conectar con la tierra, ya ganamos. No importa si son 10, 200 mil o un millón de árboles. Porque esa persona regresa a su vida, trabajo y familia con una mirada distinta. La clave está en cambiar la conciencia del administrador del planeta, que somos nosotros mismos."
Esta visión resonó profundamente con nosotros, ya que propone algo mucho más valioso y sostenible que simplemente restaurar un paisaje: busca modificar cómo pensamos y actuamos como sociedad.
Ese cambio de mirada no fue automático. Lo que comenzó como un impulso individual fue mutando hacia una práctica colectiva atravesada por la calma, la conciencia y el cuidado. Tobias lo resume de forma clara:“ReforestArg nació con fuego, con bronca, con necesidad de hacer algo ya. Pero el fuego, tarde o temprano, hay que apagarlo. Hoy trabajamos con agua: con amor, con procesos lentos, con conciencia”.
Esa transformación interna —de la urgencia a la pausa— se volvió el corazón de lo que hacen. Fue clave el crecimiento de un equipo de voluntarios que, con su participación y mirada, ayudaron a nutrir y redefinir el rumbo de la organización. No fue solo una evolución operativa, sino también identitaria: antes de plantar afuera, ReforestArg transformó su forma de verse a sí misma. Con el tiempo, el bosque dejó de ser el objetivo final y pasó a ser el escenario. Lo realmente transformador sucede ahí: cuando una persona viaja, planta, escucha a alguien que vive en el lugar y vuelve distinta. La restauración ecológica se volvió también restauración del lazo social.
“ ...nació con fuego, con bronca, con necesidad de hacer algo ya. (...) pero hoy trabajamos con agua: con amor, con procesos lentos, con conciencia.”
Hoy ReforestArg apunta a seguir creciendo, pero no a cualquier precio. El deseo de plantar millones de árboles cada año va acompañado de un enfoque realista y profundo. Para lograrlo, es necesario aumentar la capacidad de producción de árboles nativos. Y eso significa invertir en viveros, en infraestructura y en personas.
No cualquiera puede llevar adelante una campaña de restauración. Hacen falta técnicos, equipos y referentes locales que conozcan el territorio y sepan sostener ese proceso a lo largo del tiempo. Por eso, uno de los pasos más ambiciosos que están dando desde la organización es la creación de un nuevo oficio: el restaurador de bosques.
"Estamos creando algo que nunca existió antes. El oficio de restaurador de bosques tiene que ser una opción real para cualquiera que quiera dedicarse a esto. Debe ofrecer salarios, capacitación, herramientas y todo lo necesario para que alguien pueda decir con orgullo 'soy restaurador de bosques'.
"Otro de los grandes desafíos que enfrentan tiene que ver con los tiempos. En un mundo que lo quiere todo ya, hablar de procesos de varios años es difícil de sostener, incluso para quienes quieren ayudar. Desde la organización se plantea algo sencillo pero potente: así como pagamos impuestos por servicios públicos, deberíamos pensar en un “impuesto a la tierra”. No como castigo, sino como agradecimiento. Una forma concreta de devolverle algo a los paisajes que disfrutamos, entendiendo por supuesto los tiempos que conllevan este tipo de procesos.
"Hoy, la limitante no es la cantidad de personas o empresas que quieren ayudar, sino que entiendan que crear un bosque lleva tiempo. A veces los donantes esperan resultados inmediatos, pero restaurar bosques es un proceso lento que lleva varios años."

Finalmente, cerramos nuestra conversación preguntándole directamente a Tobias: ¿Qué mensaje final te gustaría dejar a quienes leen esta entrevista?
“Que no hace falta hacer todo. Con aportar una parte ya estás haciendo un montón. Si todos destinamos aunque sea el 1% de lo que ganamos a restaurar el planeta, el planeta ya estaría cuidado. No se trata de hacer todo, se trata de hacer algo. Si te gusta vivir en un planeta sano, comprométete como lo hacés con tu ciudad. Pagás impuestos para tener calles limpias y hospitales públicos, entonces aportá también algo para cuidar el planeta. No es caridad, es responsabilidad. Es nuestra manera de devolverle a la Tierra algo de lo que nos da cada día."
Esta conversación con ReforestArg nos deja el claro mensaje que plantar árboles no es solo una acción ecológica. Es un acto que puede cambiar la forma en que nos vinculamos con el planeta y con los demás. Es una excusa poderosa para frenar, poner el cuerpo y recuperar algo esencial: la capacidad de cuidar en comunidad lo que también nos cuida.
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